Perú, la alimentación, sus roles y el futuro

Luis Ginocchio Balcázar

1.- Día Mundial de la Alimentación. La celebración del DMA hoy 16 de octubre tiene varias lecturas para los peruanos. En primer lugar, porque nos recuerda la urgente lucha contra el hambre que ha traído la pandemia, reflejada en las ubicuas ‘ollas comunes’ tan poco atendidas, que la prensa denuncia a diario, pero aún con débil respuesta del estado, empresas y la comunidad. El desempleo y la carestía ponen a prueba otra vez nuestro espíritu solidario.  

2.- Rol productivo vital para Perú. El rol de la riqueza biodiversa del país, expresada en la variabilidad genética dentro de las especies (700 ecotipos de ajíes a partir de siete especies Capsicum, cada una, un abanico de sorpresas para lo farmacéutico y químico) es fundamental para el devenir nacional. Ellos abren un amplio camino de diversificación productiva para quienes asuman el reto de la investigación y desarrollo de ingredientes bioactivos y muchos otros compuestos provenientes de lo que hoy miramos como alimentos.

3.- Empresa agroalimentaria y ciencia. Se trata de la cara empresarial de la alimentación con sus industrias que crean empleo, traen divisas, generan y adaptan conocimientos y tecnologías en forma de innovación. Procesamiento de alimentos de vanguardia, sin temor a la ciencia y al mundo de los negocios con vocación social, en armonía con los productores del campo y consumidores. Un ojo en el país y otro más allá de sus fronteras. Vayamos dejando la venta a granel.

4.- Protagonistas del bienestar y equidad. La relación de los alimentos con la agricultura, pesca, acuicultura y bosques relieva el nutricio empeño de campesinos, pescadores, acuicultores y recolectores, que acuden con sus cosechas a una comercialización sesgada a favor de las ciudades, que los mantiene relegados, con exigua participación en la riqueza generada en las cadenas de valor que atienden. La sierra es la más perjudicada por este sesgo y es esa querida región la que tiene la mayor cantidad de agricultores familiares de subsistencia, que sobreviven a su pobreza y carencias.

5.- Comida y salud pública. El reto de la salud para un pueblo diezmado por el virus y con crecientes patologías derivadas de una alimentación inadecuada. Una paradoja que, en una de las sedes más célebres de la gastronomía internacional, haya anemia y obesidad por una mala relación con la alimentación. Colosal desafío el cambiar hábitos de consumo pero no hay de otra: o recuperamos los estilos de alimentación saludable de antaño o millones pedirán más hospitales y fármacos.

6.- ¿Ciudades sostenibles? Finalmente, con el predominio de las ciudades que comenzó a mediados del siglo pasado, se agudizaron las asimetrías entre el campo y la ciudad con alimentos que se pagan muy barato en el campo y llegan caros a los consumidores. Mal también que los desperdicios de alimentos crecieran a niveles por encima del 30%. De ese modo, la ciudad olvidó que sostenibilidad no solo es valor económico agregado sino también empleo, pago justo, precios para todos los bolsillos, entre otros.

7.- Alimentos, fuente de empleo urbano. De otro lado, en estas grandes concentraciones poblacionales muchos compatriotas hallan sustento en actividades relacionadas con el comercio de alimentos, como los mercados mayoristas, minoristas y la cocina en sus múltiples expresiones, la cultura y tradiciones regionales alimentarias que afirman la identidad nacional.    

8.- Planificación urbana, debilidad nacional. Un poco tarde el mundo se da cuenta que a la hora de planificar las ciudades ha quedado relegado -hasta olvidado- el papel de los alimentos en las diversas facetas de la administración urbana. Vialidad, infraestructura de mercados, almacenamiento, control de calidad etc. Aquí los gobiernos locales tendrán una creciente agenda comenzando por un bien público tan útil como escaso: información que ayude al ciudadano a elegir alimentos sanos, frescos, sabrosos y con precios al alcance de todas las economías de un país tan heterogéneo como Perú.

9.- Alimentos y seguridad nacional. Sin un sistema informático moderno que enlace los centros de empaque o acopio en las ciudades intermedias -sedes cercanas a los valles productores-, sería muy difícil superar la injusticia con que el país paga a los productores de alimentos para el mercado nacional. De paso, para visibilizar la riqueza biodiversa, base del auge de la gastronomía, es necesario trabajar en coordinación con las organizaciones de cocineros a lo ancho y largo del país. Y hallar el equilibrio entre producción nacional, alimentos importados y las agroexportaciones, elementos de seguridad nacional. 

10.- Alimentación y progreso de los territorios.  Uno de los tejidos más críticos para encontrar el nuevo camino al desarrollo y la concordia nacional está formado por los gobiernos regionales y locales. Para ello, además de la valía ética de líderes preparados para la gestión pública, se requiere que una ciudadanía proactiva y universidades, maestros y empresarios entiendan los desafíos y opciones de sus demarcaciones. La falta de diálogo y búsqueda de consensos es más escarpada que la cordillera de los Andes. 

Por tanto, recordar el Día Mundial de la Alimentación es una llamada de atención que cada año nos hacemos los peruanos para relanzar una de las bases del futuro del Perú como ventaja comparativa única.

Haciendo Futuros
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Piura, Octubre 16, 2021

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