Repensar el Cusco

Illa Liendo Tagle

Damos una muy cordial bienvenida a este blog a Illa Liendo Tagle quien cuenta con una extraordinaria creatividad para idear contenidos culturales intensos y que invitan a la identidad y la acción. En una de las ferias gastronómicas Mistura desarrollada en la Costa Verde, conocimos el trabajo de Illa en la ‘Vitrina de la Biodiversidad’ en la que para cada una de las dos vertientes de los andes (occidental y oriental) se describe su riqueza natural y cultural.
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Por primera vez en siglos, en el 2019 el mundo se detuvo. Las calles de las ciudades quedaron desiertas. Cesaron los motores. El aire se volvió puro, los ríos cristalinos, el cantar de los pájaros nos despertó por las mañanas y el silencio nos arrulló en las noches. 

Sucedió lo imposible. Los delfines regresaron a las costas de Lima, las parihuanas volaron nuevamente sobre las lagunas de Junín y en el Cusco volvieron los osos de anteojos a Machu Picchu. Ante nuestra ausencia, la naturaleza retomó lo que siempre fue suyo. 

Fuimos testigos de nuestro impacto en el medio ambiente. Se habló de la importancia de los ecosistemas, de la relación entre el Coronavirus y la destrucción de hábitats que produce el modelo económico actual. Sin embargo, esta reflexión fue interrumpida por una crisis social, sanitaria y económica sin precedentes. 

Desde el ombligo del mundo 

Como cusqueña vi cómo decenas de hospedajes, tiendas y restaurantes quebraron. En las calles de San Blas, el barrio en que nací, dejaron de escucharse idiomas provenientes de lejanas coordenadas. Las puertas y ventanas azules de las casonas se cerraron sin fecha de reapertura. 

Puertas adentro, algunos cusqueños y cusqueñas no solo lamentábamos la repentina partida de nuestras amistades y seres queridos, así como la debacle económica que ocasionó la interrupción del turismo. En medio de la oscuridad hubo quienes también empezamos a soñar con una mejor versión de nuestro hogar. 

Porque las posibilidades del Cusco fueron, son y serán infinitas. Pues no solo hablamos de una de las ciudades vivas más antiguas de Latinoamérica, las montañas y nevados que se elevan a su alrededor, a casi cuatro mil metros de altitud, representan una hermosa posibilidad de futuro. 

Quien ha caminado en los Andes y ha experimentado su rica diversidad de climas, fauna y flora lo sabe. En cuestión de horas uno puede pasar por gélidos pajonales y lagunas, verdes bofedales, bosques de queuñas, para llegar luego a las quebradas protegidas del frío, donde crece el capulí y se escucha el trepidar de las cascadas. 

Un sueño compartido 

Desde el Cusco soñamos con ver a los glaciares vestidos de blanco, a los humedales y las cabeceras de cuencas de los ríos protegidas. Soñamos con un turismo que traiga beneficios para todos y todas, y que respete no solo el patrimonio material y cultural, sino también el natural. 

Sí, la conservación y el turismo pueden ir de la mano. El ahora llamado “déficit de naturaleza”, que genera el teletrabajo y las cuarentenas en las ciudades, puede tener alivio bajo el cielo azul de las alturas. Salkantay, Ausangate, Verónica, Pitusiray, Huanacaure, la lista de nevados y montañas por conocer es una invitación a explorar lo desconocido. 

Esta experiencia solo estará completa al conocer también a los hombres y mujeres que viven en las montañas los protagonistas de la pequeña agricultura familiar que provee alrededor del 70% de los alimentos que consumimos y aprender de aquella ternura y gratitud con la que se relacionan con la naturaleza.  

Porque en el Cusco, y en toda la Cordillera de los Andes, ellas y ellos no son el pasado, son nuestro futuro con sus semillas prodigiosas, sus plantas que sanan y sus lecciones de comunidad, que tanta falta nos hacen. 

Tareas pendientes 

Es momento de repensarnos, pero no basta con soñar. Tenemos la oportunidad de alejarnos de la visión cortoplacista que reinó durante las últimas décadas. Aquella que promovía un turismo masivo y mercantilizado que casi convierte al Cusco en un parque temático. 

Aún podemos ser una región que respeta su biodiversidad y origen ancestral a través de un ordenamiento territorial y de planes de desarrollo sostenibles. Un lugar con áreas de conservación monitoreadas y con centros de investigación activos, con lagunas de aguas turquesas y montañas de colores conservadas y, ojalá, con un aeropuerto que no destruya frágiles ecosistemas ni valiosos vestigios arqueológicos. 

Estamos a tiempo de retomar el compromiso con la armonía y la memoria, con la conservación y la protección de nuestra diversidad biológica y cultural, tal como ocurría siglos atrás. Cuando nuestros abuelos y abuelas entendían que había que cuidar de las montañas, lagunas y ríos, porque ellas hacían posible la vida. 

Así, quizás las ventanas y puertas de San Blas, del Cusco y del Perú entero se vuelvan a abrir plenamente a visitantes del mundo entero. A todos quienes estén en busca de la afortunada combinación de un pasado milenario, los latidos de una cultura viva y la extraordinaria biodiversidad que ofrece los Andes. 

Illa Liendo Tagle
Con experiencia en el mundo editorial y cultural ha vivido entre Perú, Guatemala y España. Viajera entusiasta, sus principales temas de trabajo son biodiversidad, pueblos indígenas y cultura. Desde el año 2004 se dedica a la coordinación editorial de publicaciones y desarrollo de proyectos de comunicación cultural. Además, colabora como redactora en diferentes medios y revistas impresas. Asimismo, ha dirigido proyectos museográficos participativos como el Pabellón de Montañas y Agua en la COP20, la Vitrina de la Biodiversidad en Mistura y Colorea la FIL en la VI Feria Internacional del Libro de Cusco. Actualmente Illa trabaja de manera independiente desde el Cusco, su ciudad natal.

Haciendo Futuros
www.haciendofuturos.blogspot.com
Piura, Junio 23, 2021

 

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