Mercados, sistemas y la ‘brecha’ urbano-rural



Los mercados tradicionales están presentes en todo el país. Los hay grandes y bien puestos. También pequeños pero modernos. Hay muchas ´paraditas’ que están por lo general en la vía pública atrayendo a sus caseros y caseras gracias a sus precios cómodos. Según el Censo Nacional de Mercados, realizado por el ministerio de la Producción en 2016, se contabilizaron 2,612 mercados, 44 mayoristas y el resto minoristas. Obviamente, no se incluyen las paradas y mercadillos con los que la cifra sería fácilmente superada.

Renovando la tradición

En la ciudad de Lima destacan mercados innovadores como el ‘Nuestra Señora de Las Mercedes’ (Lurín) y el mercado ‘Micaela Bastidas’ (Villa María del Triunfo), por ser instalaciones amplias y funcionales. Lo mismo podemos afirmar para los mercados El Edén. En estas buenas noticias para la ciudad y los sistemas alimentarios participó en su momento la entidad financiera nacional Mibanco.

En la ciudad de Piura, una de las cajas municipales de esa región, está financiando un concepto inédito que trae muchas señales positivas de cambio: ‘Plaza del Mar’, proyecto promovido por los comerciantes de pescado del mercado, que se convertirá en un centro comercial con muchos restaurantes marinos, pero también para venta de abarrotes, bazares y peluquerías. El impresionante edificio de la plaza se encuentra ubicado en los alrededores del mercado Modelo de la capital norteña. Algo notable como los mercados mencionados en el párrafo anterior.

La ‘brecha’ urbano-rural

Muchos de los problemas, que se manifiestan en la ‘brecha’ entre lo urbano y lo rural, nacen de una comercialización de alimentos obsoleta y que fomenta la inequidad en la formación de precios, debilita el estímulo a la calidad y eleva las mermas, que podrían evitarse procesándose en el lugar de cosecha. De allí que la tan necesaria asociatividad y emprendimientos campesinos, la mejora de la productividad y la gobernanza rural, se atascan ante la realidad de una distribución perniciosa de las cosechas que reduce dramáticamente el negocio de los productores. Y cuando no ganan todos, el negocio se va a acabar más tarde o temprano.

Para el país de ciudades que es el Perú hoy debe ser prioritaria la tarea de cerrar la ‘brecha’ entre ciudades y campo. Es fundamental la decisión política que apoye un programa de gestión empresarial e industrialización rural que complemente las tareas de planificación urbana para dotar a las mayores ciudades de sistemas alimentarios sostenibles desde la siembra hasta las mesas de los comensales. Las destrezas de negocios a difundir en el campo permitirán la conexión exitosa de las organizaciones de agricultores y ganaderos con los mercados de abastos mayoristas, minoristas, procesadores, restaurantes, supermercados y consumidores de todo el país a partir de una plataforma nacional basada en Internet.

Sistema alimentario, hacerlo sostenible

Un sistema alimentario está compuesto por todos los elementos (personas, ambiente, insumos, procesos, instituciones e infraestructuras) y actividades relacionadas con la producción, distribución, preparación y consumo de alimentos, y por los resultados de esas actividades en nutrición, crecimiento económico, inclusión y sostenibilidad ambiental. Pero un sistema alimentario sostenible (SAS) debe garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición de las personas de modo que no se pongan en riesgo sus bases económicas, sociales y ambientales para el futuro.

En ese sentido, la Municipalidad Metropolitana de Lima, el año pasado firmó el Pacto de Milán, luego de participar con FAO y entidades públicas y privadas, en el proyecto Nadhali que buscó sentar las bases para que Lima, el mayor centro de consumo de alimentos del país, haga sostenible su sistema alimentario. Varios ministerios, universidades y Apega participaron en este trabajo que fue apoyado entusiastamente por la MML.

Planificando las ciudades hoy

Hoy no se concibe la planificación urbana sin tomar en cuenta la seguridad alimentaria y la nutrición. La primera, mediante al abasto de productos en cantidad, calidad y precios asequibles. La segunda, que sean sanos e inocuos, y cuyo manejo de residuos sea amigable al medio ambiente. Para que el sistema de Lima sea sostenible son indispensables cambios en la manera de producir, procesar, transportar y consumir los alimentos.

Hasta hace poco los planificadores urbanos centraban su atención en las preocupaciones urbanas tradicionales como transporte y vivienda. Y fue gracias a Habitat III que se tomó nota que el peso de la alimentación había sido subestimado durante demasiado tiempo. Fue con la ‘Nueva Agenda Urbana’, cuyo más reciente cónclave fue en Quito (2016), cuando se acuerda que para 2030 la alimentación y la buena nutrición serán fundamentales y los gobiernos locales planificarán sistemas alimentarios sostenibles en beneficio de los territorios y sus habitantes.

Perú, SAS y nuevos ‘motores’ productivos

Además, a un país con las potencialidades como Perú, con una diversidad vastísima, tanto sus culturas locales como su riqueza de especies y ecosistemas, el enorme potencial de su gastronomía, una industria de ingredientes alimentarios aun en pañales[1], un turismo que recién se comienza a ver como sector clave de la producción nacional, le corresponde un SAS. Todo ello exige una gran conexión entre las universidades, la investigación, las escuelas de negocios y los emprendedores.

En próxima nota comentaremos sobre las manzanas de Catahuasi, Omas y de otras provincias altas de la región Lima, cuya calidad viene mejorando sostenidamente. Estas frutas, cuyo sabor y aroma supera en muchos casos a las importadas, serían más consumidas de contar con promociones. Y de paso se mejoraría el consumo saludable de niños y jóvenes. En otras palabras, un sistema alimentario es sostenible cuando los consumidores tenemos acceso a una producción nacional de calidad, variedad y precio justo. Y que permite que los agricultores se beneficien con el mayor consumo y una más equitativa formación de precios.

¡Feliz día, ciudad de Lima!

Lic. Luis Ginocchio Balcázar
Lima, 18 de enero de 2019

https://haciendofuturos.blogspot.pe/



[1] Por ejemplo, hablando de nuevas industrias al interior del país, tiene mucho futuro la extracción de los metabolitos secundarios de nuestras plantas nativas. Se trata de ingredientes naturales con impacto en salud pública, que dinamizarán la economía de las regiones, esto es, nuevos negocios para atender la demanda nacional, empleo y exportaciones. Y, sobre todo, cambiar la actitud frente al conocimiento y la tecnología.


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